lunes, 25 de febrero de 2013

Clínicamente Depresiva (Creo)


Quisiera escribir las cosas justo en el momento que se me ocurren, porque después se me olvidan y entonces se pierden en la bastedad del tiempo y los silencios de la memoria. Ya estoy harta de mi condición y “parece” que todo lo que actualmente me ocurre es por factores externos, así que yo soy un simple peón más de la vida que me mueve a su conveniencia…

Hice “tantos años” de estudio, leí “tanto”, “sé” tanto y para nada. ¿Entonces para qué sigo almacenando conocimiento nuevo? Nada estoy haciendo con él ahora… ¿Entonces para qué lo quiero? Debería dejar de “aumentar mis conocimientos”. Dice mi mamá que tengo una vasta cultura, mucho más que otra gente, pero seamos realistas, conocer todo eso no me ha ayudado en nada hasta ahora. En las entrevistas de trabajo no me preguntan qué significa “Aedes egypti” (y los entrevistadores ni lo han de saber). Por cierto, se pronuncia “edes eyipti” (está en latín como todos los nombre científicos de las plantas y animales) y significa “casa del emperador”. Aedes egypti es el nombre del zancudo que transmite el dengue, ese nombre científico le fue dado por la plaga de los mosquitos en Egipto. Ahora ustedes ya lo saben. ¡De nada!

Me siento tan inútil y llena de chatarra inservible. Quisiera dejar una huella indeleble en el mundo, pero eso no va a pasar, no seré famosa por nada bueno, así como por nada malo. El tiempo ya no me sirve para reflexionar, así como tampoco el silencio. Ambos en conjunto me recuerdan lo “bien que me va”. Me recuerdan que sigo sin servir para algo. Me recuerdan que nunca haré nada grande de importancia en la vida. Se han convertido en mis peores enemigos. El silencio me recuerda lo sola que he estado. Y a veces en compañía y si hay silencio me siento sola, abandonada, me vuelve a recordar lo inútil que soy, el desperdicio de materia que soy y el derroche innecesario de aire que hago. Por eso odio el silencio. No  me gusta el silencio. El silencio nunca ha sido mi amiga. En silencio se me meten cosas a la cabeza. Por ejemplo, y si dejase de respirar, TODOS mis problemas estarían resueltos. Aunque puede que no sean la gran cosa, son MIS problemas y yo los tengo que enfrentar.

Este encierro voluntario/involuntario/impuesto –ya ni sé cómo es la cosa– me tiene loca, desesperada, ansiosa, con problemas de sueño, con problemas de conducta. Mi pequeño consuelo es que a veces puedo entrar a las redes sociales, pero no me quedo mucho. Ahora resulta que tengo Síndrome del Túnel Carpiano y por eso no puedo estar mucho tiempo haciendo nada. Estoy harta de eso. No puedo hacer manualidades, no puedo escribir, no puedo trabajar…

¡¡Por la grandísima puta esto es demasiado!! No tengo fe en nada, ni en mí misma. No creo que las cosas mejoren. La depresión nos mantiene en una realidad subjetiva. ¡No tengo idea de cómo las cosas mejorarán! No le hayo solución a nada. Sigo dependiendo de mis padres, ya tengo un cuarto de siglo de transitar en este planeta y sigo siendo sin poder tan siquiera mantenerme a mí misma. Sigo consumiendo y consumiendo y no he retribuido nada todavía. ¡Eso no es justo! La vida tiene un desbalance increíble. A unos nos permite respirar y desperdiciar el valioso aire  y otros que se mueren y tiene tanto que dar y no pueden. No pueden. ¿Por qué sigo respirando si no hago nada bueno para la sociedad, ni el planeta, ni para mí misma? ¿Quién me podrá dar la respuesta?

A veces me creo poetisa. A veces creo que escribo poemas. A veces creo que escribo trovas. A veces me creo mejor que todos. A veces me creo más sabia que todos. A veces creo que sé más que todos. A veces me creo indispensables. A veces me la creo toda. A veces creo que dormiré bien. A veces que amaneceré mejor. A veces creo, otras no.

Ya tengo sueño y me duelen las muñecas. Bye!

jueves, 3 de mayo de 2012

Deseo Creer

“¡Hola! ¿Cómo estás?”
Así la plática empezó…
“Bien”, le contesté.
“¿Y tú?”, le pregunté.
La conversación siguió…
Hablamos poco, pues yo de ánimos no estaba.
Me fui.
Traté de disimular, de no enseñar lo que en mi interior sentía.

Durante todo el tiempo que charlamos,
Por dentro en mi yacía,
Una melancolía por un pasado que nunca tuve.
Soñando con haber creído más en "fantasías" cuando era niña.
Culpo a mis padres, por nunca “inculcarme el creer” en figuras míticas propias de cuentos de niños.

Ahora tengo un serio problema de incredulidad.
No creo, no creo.
Simplemente
No creo
En lo que no se ve,
En lo que no se puede demostrar,
En lo que no puedo palpar,
En lo que no puedo yo misma comprobar.

Quisiera recordar a esos seres que a otros niños hacen delirar.
Recordarlos con gran felicidad,
Sonreír al verlos y
Transportarme a mis días de infante...
Porque de seguro fue una muy linda época.
La cual, yo no tengo.
Pero, realmente lo deseo.
Yo deseo creer.
Creer, creer con ingenuidad.
Creer que es posible todavía.

Quisiera tener en mi mente
Buenos momentos. Más momentos felices. Más magia.
Pero no, no es así.
No soy así.
Y ahora en mi adultez no sé qué hacer.
No creo, como ya te dije, simplemente no creo.

Y lloro desde el fondo de mi corazón,
Porque realmente deseo creer
Que si existen.
Deseo creer,
Deseo creer,
Deseo creer.
Realmente lo deseo con todo mí ser.

Dragones atemorizantes, escupidores de fuego.
Llamas inmortales que no se apagan nunca.
Hadas diminutas con voces agudas,
Que tienen un polvo mágico que hace volar con sólo imaginarlo.
Duendes traviesos que habitan en los bosques más tupidos,
Esperando por niños que quieran ir a jugar con ellos toda una tarde.
‘Snowmen’ esculpidos por manos ingenuas,
Que vienen a la vida a la media noche y juegan con su creador hasta la salida del sol.
Caballeros galantes con armaduras blancas, agiles con la espada
Y siempre en compañía de sus corceles fieros y veloces.
Damiselas valientes de largas cabelleras,
Más hermosas que la ninfas y tan poderosas como diosas.

Mientras vivan en los cuentos,
Existirán para todos.
Es tiempo de que me vaya a una librería a comprarlo todos,
Tal vez así, pueda soñar y dejar de llorar.
Porque realmente deseo creer.






Les dejo la canción que inspiró este 'dircurso':



The song 'Walking In The Air' from the animated short 'The Snowman' by Raymond Briggs. It was written by Howard Blake and in this recording sung by Peter Auty.